En algunos momentos evitamos el contacto directo con ciertas tendencias y objetos por prejuicios que van en contra de nuestro gusto, o simplemente ignoramos las demás opciones que complementan el panorama.
Durante cuatro años y medio he pensado que la academia ha llenado sus vacíos con temáticas innecesarias y maestros que disimulan su mediocridad con trabajos extensos, pero en este punto debo agradecerle por abrir mi perspectiva hacia campos que antes no hubiera explorado y por acercarme a estilos desconocidos.
Seguramente, usted pensará que este escrito no sigue el lineamiento de
CoLomBia CiNeMáTiCa, pero en esta ocasión quiero establecer una relación entre el cine y la literatura a partir de mi experiencia. Hace dos años leí
Neuromante de
William Gibson para hacer un ensayo que profundizara alguno de los temas que el libro propone; la obligación y el movimiento literario al cual pertenece -Cyberpunk-redujeron gran parte de mi motivación. Durante tres semanas el Neuromante se convirtió en mi prioridad y en mi mayor padecimiento; las imágenes que recreaba en mi mente para comprender su trama eran alucinaciones que se desvanecían en ambientes oscuros; finalmente, cuando llegué a la última página también se aclararon las ideas que Gibson utiliza para construir su mundo, pues a través de este libro muestra de forma sugerente un panorama decadente, regido por las sombras de un ambiente hostil, sumergido en los confines de la ilegalidad y el tráfico; un mundo que aunque con la presencia exagerada de luces de neón y hologramas refleja suburbios lúgubres e indescifrables; un mundo que ha sido testigo de transformaciones progresivas que han afectado en forma considerable su verdadera esencia. En el Neuromante se hacen visibles prácticas que han sido fundamentales en la construcción de la sociedad contemporánea, ya que el poder y todas sus implicaciones reflejan su carácter determinante para la realización de descubrimientos o avances en diversas áreas del conocimiento, estableciendo una dependencia con las lógicas del mercado. Esta idea se ve reflejada en, quizás, la oración más significativa de esta novela americana: “durante miles de años los hombres soñaron en pactar con el diablo, sólo ahora es posible” porque en ésta se señala la bifurcación generada por la tecnología, por una parte vista como el medio que puede llegar a otorgarnos facultades que rompen con los obstáculos físicos e intelectuales que nos agobian, y por otra como un arma de represión y de control que supedita nuestras acciones a tal punto de permanecer inmersos en un mundo aparente, en donde el hombre es un subordinado más de la técnica.
Luego de tanto tiempo pensé que no me encontraría con ese tema nuevamente, pero hace algunas semanas vi
Johnny Mnemonic, un filme dirigido por
Robert Longo en 1995, y la primera adaptación cinematográfica del Neuromante.
Cuando comenzó la película no pude establecer ninguna conexión específica porque no tenía presentes algunos detalles de la novela; sin embargo las imágenes no me parecieron tan apocalípticas como las recordaba, la actuación de
Keanu Reeves se tornó en un
DejaVú desmejorado por su papel protagónico en
Matrix y los efectos nocivos producidos por la ciencia y la tecnología fueron minimizados por una estética propia de los filmes de Ciencia-Ficción de los noventa.
En Colombia, Johnny Mnemonic no fue ampliamente promocionada por razones evidentes, y la única manera para llegar a ella fue asistir a los famosos
Martes de Cine de una de mis últimas clases en la universidad.
Sólo espero que esta entrada haya sido un espacio en
donde la reminiscencia se apoderara de usted, para reconstruir su pasado y encontrar las motivaciones que lo han impulsado hacia construir un estilo, además le sugiero que tome riesgos y descubra lo que aparentemente está oculto entre miles de posibilidades.
